Caminando en santidad con amor y verdad


Caminando en santidad con amor y verdad

La santidad no es una carga que Dios impone, sino un regalo que nos permite vivir en libertad, lejos del pecado que esclaviza. Mantener la santidad es una respuesta de amor a un Dios que nos amó primero. Como dice 1 Pedro 1:15-16:

“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”

Dios nos llama a ser santos no por obligación, sino porque quiere que vivamos como hijos suyos, reflejando su luz en un mundo que necesita esperanza. La santidad no se trata de perfección humana, sino de una relación íntima y constante con Jesús, quien nos limpia y transforma día a día.

En Hebreos 12:14 encontramos una clave poderosa:

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”

Esto nos recuerda que la santidad es inseparable del amor y la paz. No se trata de vivir señalando a los demás, sino de caminar con humildad, sabiendo que solo por gracia podemos mantenernos firmes. La santidad se cultiva en lo secreto, en la oración, en la obediencia diaria, en la decisión de apartarse del mal y escoger el bien, aunque cueste.

El Salmo 119:9 pregunta:

“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.”

Guardar la Palabra es amar a Dios con todo el corazón. Es decirle: “Señor, no quiero alejarme de Ti. Enséñame a agradarte.” El Espíritu Santo nos guía con ternura, nos corrige con paciencia y nos fortalece con su amor. No estamos solos en este camino.

Cuando caemos, no debemos escondernos. Más bien, corramos a sus brazos, como hijos que saben que su Padre está dispuesto a perdonar. 1 Juan 1:9 nos consuela:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

Querido hermano, querida hermana: mantener la santidad no es alejarse del mundo por miedo, sino acercarse más a Dios por amor. En cada paso, recuerda que Él te sostiene, y su gracia es suficiente. Vive cada día buscando agradarlo, y experimentarás una libertad que el mundo no puede ofrecer.

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