EL JUICIO SANO EN LA IGLESIA DESPEJANDO DUDAS CON FUNDAMENTO BIBLICO
El juicio sano es un tema que ha sido malinterpretado tanto dentro como fuera de la iglesia. Algunos citan "no juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo 7:1) como una prohibición absoluta, pero ignoran otras enseñanzas bíblicas que ordenan a los creyentes discernir, evaluar y corregir con justicia a los que están dentro del cuerpo de Cristo. Este estudio busca explorar lo que realmente dice la Escritura sobre juzgar sanamente, quién lo dijo, a quién se dirigió, y cómo se aplica hoy.
EL LLAMADO A JUZGAR SANAMENTE
Texto base: Juan 7:24
"No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio."
Aquí Jesús enseña que el juicio no está prohibido, sino que debe hacerse correctamente. No es un llamado a la crítica superficial, sino a evaluar con discernimiento. Jesús no anuló el juicio, sino que corrigió su mala práctica. El contexto es una discusión con los fariseos que lo acusaban falsamente por sanar en sábado. Él les revela su hipocresía y les ordena evaluar conforme a la verdad, no a las apariencias.
Reflexión: el juicio sano es una obligación cuando se trata de preservar la verdad y la salud espiritual de la iglesia. Pero debe nacer del amor, la sabiduría, la humildad y la verdad de Dios.
PABLO ORDENA JUZGAR A LOS DE DENTRO
Texto: 1 Corintios 5:11-13
"Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros."
Contexto: la iglesia de Corinto toleraba a un hombre que tenía una relación sexual con la mujer de su padre. Pablo reprende duramente a la congregación por no actuar. Él distingue entre los que están fuera de la iglesia (a quienes juzga Dios) y los que están dentro (a quienes juzga la iglesia). La finalidad no es castigo, sino corrección, purificación y restauración.
Reflexión: Pablo no solo autoriza el juicio dentro de la iglesia, lo exige. La comunidad cristiana no debe ser indiferente al pecado evidente en sus miembros. Este juicio no es condenación, sino ejercicio de responsabilidad espiritual. Implica disciplina eclesial, y debe seguirse con amor y claridad.
OTRAS BASES BÍBLICAS PARA JUZGAR CON JUSTICIA
Gálatas 6:1
"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado."
Aquí Pablo enseña que cuando un creyente cae, los espirituales deben corregirlo. No se trata de ignorar su falta, sino de restaurarlo. El juicio aquí es práctico, pastoral y amoroso.
Mateo 18:15-17
"Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano."
Jesús mismo da un procedimiento para tratar el pecado en la comunidad. Requiere juicio, pero en etapas: primero privado, luego con testigos, y finalmente público. Si no hay arrepentimiento, se rompe la comunión.
Tito 3:10-11
"Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación, deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio."
Pablo instruye a Tito a juzgar a quienes causan divisiones. Después de advertencias, si no hay arrepentimiento, deben ser excluidos.
DIFERENCIA ENTRE JUZGAR Y CONDENAR
Mateo 7:1-5
"No juzguéis, para que no seáis juzgados... ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ... Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano."
Jesús no prohíbe corregir al hermano, sino hacerlo con hipocresía. Enseña que el juicio debe empezar por uno mismo. El que juzga debe tener integridad y humildad.
Romanos 14:3-4
"El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?"
Aquí Pablo habla de asuntos de conciencia, no de pecado moral. No se debe juzgar en lo opinable o en prácticas no esenciales.
Reflexión: el juicio justo no es condenación. Se basa en la Palabra de Dios, no en opiniones personales. Es un acto de amor y verdad, no de superioridad.
APLICACIÓN A LOS TIEMPOS MODERNOS
Hoy en día, la iglesia está influenciada por el pensamiento relativista que dice “no juzgues”, confundiendo juicio con intolerancia. Esto ha llevado a tolerar pecados públicos dentro de congregaciones, en nombre del amor mal entendido.
Pero la Biblia enseña que la iglesia tiene la responsabilidad de juzgar con justicia a sus propios miembros, especialmente cuando el pecado es persistente y público. La falta de disciplina debilita el testimonio, la pureza y la autoridad espiritual de la comunidad.
Pasos para aplicar el juicio sano en la iglesia actual:
Examinarse uno mismo antes de corregir a otros. Juzgar con base en la Palabra, no en preferencias personales. Hacerlo con mansedumbre, buscando restaurar, no destruir. Instruir a la iglesia sobre la disciplina bíblica. Aplicar el proceso de Mateo 18 ante faltas graves. No encubrir el pecado de líderes o miembros, pero tratarlo con madurez espiritual.
La Biblia no prohíbe juzgar; al contrario, manda hacerlo con sabiduría, mansedumbre y amor. La iglesia tiene la responsabilidad de ejercer juicio dentro del cuerpo de Cristo para proteger la santidad, corregir a los caídos y mantener el testimonio. El juicio justo no es condenación, es una expresión de amor verdadero. En una cultura que evita la corrección, la iglesia debe recuperar el juicio sano como parte de su identidad espiritual.
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