CONTROL POLÍTICO EN TIEMPOS DE CRISTO
El Imperio Romano como potencia mundial
En la época del nacimiento y ministerio de Jesucristo, el Imperio Romano se encontraba en la cúcspide de su poder. Desde el año 27 a.C. Roma había pasado de ser una república a un imperio bajo Augusto César. Para el tiempo en que Jesús comienza su ministerio (c. 28-30 d.C.), el emperador era Tiberio César, quien había asumido el trono en el año 14 d.C.
Roma controlaba vastas regiones: Europa, el norte de África, Asia Menor, y el Medio Oriente, incluyendo la región de Palestina.
Esta centralización del poder permitió una relativa paz (la famosa "Pax Romana"), pero también significó la opresión de muchas naciones, incluido el pueblo judío, que se hallaba expectante por la llegada del Mesías prometido.
Citas históricas:
Tácito, historiador romano, menciona que Jesús fue ejecutado en tiempos de Tiberio y que fue crucificado bajo el gobierno de Poncio Pilato (Anales 15:44).
Flavio Josefo, historiador judío del siglo I, reconoce a Jesús como un hombre sabio y hacedor de milagros, ejecutado bajo Pilato (Antigüedades judías, Libro 18).
Suetonio, en su obra Vida de los doce Césares, menciona disturbios entre los judíos en Roma a causa de alguien llamado "Chrestus".
GOBERNANTES REGIONALES Y SU FUNCIÓN
Roma
Emperador: Tiberio César (14-37 d.C.).
Gobernaba desde la capital del Imperio, y sus decretos tenían autoridad sobre todos los territorios conquistados.
La estructura de gobierno imperial incluía procuradores, tétrarchas y reyes-clientes.
"Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios." (Mateo 22:21)
Egipto
Desde la conquista de Octavio Augusto en el 30 a.C., Egipto fue provincia imperial administrada por un prefecto romano.
No se permitía a senadores romanos gobernar Egipto debido a su importancia estratégica (principal fuente de grano del Imperio).
La ciudad de Alejandría era un importante centro de cultura, comercio y religión, con una gran comunidad judía.
Judea y Samaria
Gobernador (Procurador): Poncio Pilato (26-36 d.C.).
Judea no era gobernada por un rey, sino por un procurador nombrado directamente por Roma. Pilato residía en Cesarea, pero iba a Jerusalén en fiestas para evitar rebeliones.
"Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César." (Juan 19:15)
Galilea
Gobernada por Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande.
Era tétrarca, una figura local con autoridad limitada. Gobernaba Galilea y Perea.
"En aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar." (Lucas 13:31)
SITUACIÓN RELIGIOSA Y SOCIAL
El pueblo de Israel vivía bajo la ley mosaica, pero en un ambiente de presión política y fragmentación religiosa. Había varios grupos de poder:
Saduceos: Aristocracia sacerdotal, controlaban el Templo.
Escribas: Intérpretes y copistas de la Ley.
Zelotes: Extremistas opuestos a Roma.
Esenios: Separatistas, esperaban la purificación de Israel.
"Entonces Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos..." (Mateo 23:1-2)
El Templo de Jerusalén, reconstruido por Herodes el Grande, era el centro de la vida religiosa, aunque corrompido por intereses políticos y económicos. La expectativa mesiánica era intensa.
Citas de textos cristianos primitivos:
Didaqué (c. 50-120 d.C.): Describe la vida cristiana en medio de una sociedad hostil, y la necesidad de vigilancia espiritual ante los falsos profetas.Epístola de Bernabé: Compara la interpretación espiritual de la Ley frente a la literalidad del judaísmo oficial.
Carta a los Romanos (Pablo): "Y conocéis el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño..." (Romanos 13:11).
INICIO DEL MINISTERIO DE JESÚS
Jesús comenzó su ministerio después del bautismo de Juan, alrededor del año 28-29 d.C., según la referencia de Lucas:
"En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César... vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto." (Lucas 3:1-2)
Este inicio marca el cumplimiento de las profecías sobre el Enviado de Dios. A pesar del dominio político romano, el enfoque de Jesús no era la liberación militar, sino espiritual.
"Mi reino no es de este mundo..." (Juan 18:36)
ENFOQUE PROFÉTICO: JESÚS, EL MESÍAS EN MEDIO DEL IMPERIO
a) Profecías cumplidas en un contexto de opresión
"El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz." (Isaías 9:2)
"Porque un niño nos es nacido..." (Isaías 9:6)
b) Cumplimiento geográfico exacto
"Pero tú, Belén Efrata... de ti me saldrá el que será Señor en Israel..." (Miqueas 5:2)
Lucas 2 narra que Jesús nace en Belén a causa de un decreto de empadronamiento de César Augusto, lo cual demuestra que incluso el poder imperial sirvió a los propósitos proféticos de Dios.
c) Entrada mesiánica
"He aquí tu Rey viene a ti... cabalgando sobre un asno..." (Zacarías 9:9)
d) Rechazo y sacrificio profetizado
"Despreciado y desechado entre los hombres... herido fue por nuestras rebeliones..." (Isaías 53)
"Horadaron mis manos y mis pies..." (Salmo 22:16)
Cuando Jesús comenzó su ministerio, Egipto y el Medio Oriente estaban bajo un estricto control del Imperio Romano. En medio de un pueblo judío dividido, oprimido y espiritualmente debilitado, surgió el Mesías prometido.
Su mensaje no fue político ni militar, sino espiritual y eterno. La historia, la religión, los textos cristianos primitivos y la profecía convergen en la figura de Jesús de Nazaret, quien vino no a derrocar un imperio terrenal, sino a establecer un Reino celestial.
"El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." (Marcos 1:15)
DOCTRINA DE CRISTO: MANIPULACIÓN POLÍTICA Y DOCTRINAL EN TIEMPOS DEL IMPERIO
La figura de Cristo, tal como fue presentada y expandida en el mundo grecorromano, sufrió reinterpretaciones doctrinales y adaptaciones filosóficas que respondieron a contextos culturales y necesidades políticas.
El pensamiento helénico impregnó la teología cristiana primitiva, fusionando conceptos judíos con ideas platónicas y estoicas, redefiniendo así la naturaleza de Cristo, su mensaje y su relación con el Estado.
Por otro lado, las doctrinas romanas adoptaron rápidamente el cristianismo como herramienta de unidad y control. A partir del siglo IV, con Constantino y el Concilio de Nicea (325 d.C.), el cristianismo fue moldeado para integrarse al poder imperial. La figura de Jesús fue divinizada institucionalmente, y el mensaje original fue convertido en fundamento de autoridad imperial.
Esta fusión de teología y política evidenció una clara manipulación:
Se eliminaron evangelios y escritos considerados incómodos.Se definió una ortodoxia útil al poder.
Se establecieron jerarquías eclesiásticas similares a las estructuras imperiales.
Además, es importante señalar que no se conservan los textos originales de los evangelios en hebreo,. Las fuentes de la Biblia —exceptuando la Tanaj, que es parte de la tradición judía— son hipotéticas en su origen textual. Se atribuyen autores (como Mateo, Marcos, Lucas y Juan), pero no existen pruebas fehacientes de la autenticidad de esos textos ni de que sus atribuciones sean exactas o confiables desde el punto de vista histórico-crítico.
Esto deja en evidencia que la transmisión del mensaje cristiano fue objeto de múltiples capas de edición, selección y reelaboración con fines tanto religiosos como de control político.
El Cristo del poder imperial romano no es el mismo que el Jesús judío del siglo I perseguido por la ocupación. Esta distorsión doctrinal sirvió al imperio para convertir la cruz —símbolo de opresión— en una bandera de dominación.
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