La liberacion demoniaca


CÓMO ABORDAR UNA LIBERACIÓN DEMONÍACA EN LA IGLESIA CRISTIANA

INTRODUCCIÓN

La liberación demoníaca es el proceso mediante el cual una persona es libertada de la influencia, opresión o posesión de espíritus malignos por medio del poder del Espíritu Santo y la autoridad del nombre de Jesucristo. No se trata de un rito esotérico ni de un espectáculo, sino de una expresión del Reino de Dios en acción, con base en la Palabra y bajo dirección del Espíritu. La iglesia tiene la responsabilidad de enfrentar esta realidad espiritual con discernimiento, preparación y autoridad, ya que la Escritura afirma claramente que nuestra lucha es espiritual y no carnal (Efesios 6:12).

FUNDAMENTO BÍBLICO DE LA LIBERACIÓN

El ministerio de Jesús incluyó la liberación de personas oprimidas por demonios, como una parte esencial de su obra redentora. En Marcos 1:39 se dice: “Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.” Lucas 4:18 añade: “El Espíritu del Señor está sobre mí… para pregonar libertad a los cautivos…”

Jesús también delegó esta autoridad a sus discípulos y a la iglesia. Marcos 16:17 declara: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios.” Lucas 10:19 refuerza esta verdad: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo…”

La Biblia Thompson cataloga estos pasajes bajo temas como “Poder espiritual”, “Autoridad del creyente” y “Ministerio de Jesús”. La Biblia Plenitud destaca esta dimensión como parte del Reino de Dios manifestado, especialmente cuando el creyente ejerce su posición en Cristo.

EL MINISTERIO DE LIBERACIÓN: DEFINICIÓN Y CONTEXTO

El término comúnmente aceptado en la doctrina cristiana es “Ministerio de Liberación”. Este consiste en identificar, confrontar y expulsar espíritus inmundos por medio del poder del Espíritu Santo. Está inseparablemente unido a la obra evangelística, la sanidad interior y la formación espiritual.

La Biblia Plenitud desarrolla la doctrina de la guerra espiritual en notas temáticas que relacionan la liberación con el Reino de Dios, la autoridad espiritual del creyente, el poder del Espíritu Santo y la restauración integral de la persona.

PASOS PARA REALIZAR UNA LIBERACIÓN DEMONÍACA

4.1 Discernimiento espiritual

No toda alteración emocional o mental es causa de un espíritu inmundo. Es necesario discernir por medio del Espíritu Santo si hay influencia demoníaca real. La Escritura nos exhorta: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1).

En este primer paso, se deben observar señales como manifestaciones violentas, oposición al nombre de Jesús, conocimiento sobrenatural, aversión a la oración, cambios de voz o personalidad, entre otras. Sin embargo, ninguna manifestación debe ser interpretada sin guía del Espíritu Santo. El discernimiento de espíritus es un don específico (1 Corintios 12:10).

4.2 Preparación espiritual

El ministro y los colaboradores deben estar en comunión con Dios, haber confesado sus pecados, haber orado y ayunado previamente. Jesús dejó en claro que hay tipos de espíritus que solo pueden salir con oración y ayuno (Mateo 17:21).

La vida en santidad y la cobertura espiritual son necesarias. No se debe actuar con ligereza. En Hechos 19:13-16, los hijos de Esceva intentaron liberar sin estar autorizados ni cubiertos espiritualmente, y el resultado fue desastroso.

4.3 Confesión y arrepentimiento

Una parte esencial del proceso es guiar a la persona a arrepentirse sinceramente de los pecados que hayan abierto puertas al enemigo. Estos pueden incluir ocultismo, idolatría, fornicación, aborto, pactos de sangre, maldiciones familiares, odio, drogas, entre otros.

Santiago 4:7 declara: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” No hay autoridad sin sometimiento. El arrepentimiento genuino rompe el derecho legal que el enemigo pueda tener sobre una vida.

4.4 Confrontación en el nombre de Jesús

Se debe confrontar al espíritu inmundo con la autoridad que nos fue dada por Cristo. No se ruega, no se dialoga, se ordena. El apóstol Pablo hizo esto en Hechos 16:18: “Mandó al espíritu que saliese, en el nombre de Jesucristo; y salió en aquella misma hora.”

El nombre de Jesús es suficiente. No se requieren fórmulas especiales, pero sí una fe genuina. Declaraciones de la Palabra, oración en lengua espiritual (si se posee), y la proclamación del señorío de Cristo son herramientas poderosas.

4.5 Ministración de sanidad y llenura del Espíritu Santo

Una vez que la persona ha sido liberada, debe ser ministrada para restauración emocional y espiritual. Es vital orar para que el Espíritu Santo llene ese lugar vacío, ya que Jesús advirtió: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre... vuelve con otros siete espíritus peores” (Lucas 11:24-26).

También es recomendable que la persona sea orientada a fortalecer su vida devocional, sumarse a una congregación, y recibir discipulado.

4.6 Seguimiento y formación espiritual

La liberación no es un evento aislado. Es el inicio de una vida nueva. La iglesia debe acompañar con seguimiento pastoral, oración continua, consejería y enseñanza bíblica.

Colosenses 2:6-7 dice: “De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él...”

ERRORES A EVITAR EN UNA LIBERACIÓN

Sensacionalismo: No se debe convertir en espectáculo ni divulgar innecesariamente.
Diagnósticos erróneos: No todo problema emocional o mental es causa de demonios.
Falta de respaldo bíblico: No se deben aplicar métodos sin fundamento en la Escritura.
Orgullo espiritual: La autoridad es delegada, no propia. La gloria es de Cristo.
Ausencia de cobertura: Toda liberación debe hacerse bajo supervisión pastoral y oración.

REQUISITOS DEL MINISTRO DE LIBERACIÓN

Vida consagrada y sin práctica de pecado (2 Timoteo 2:21).
Discernimiento espiritual (1 Corintios 12:10).
Llenura del Espíritu Santo (Hechos 1:8).
Conocimiento bíblico sólido y estructurado.
Humildad y sujeción a una autoridad espiritual.

REFLEXIÓN FINAL

La liberación es parte de la misión de la iglesia. No puede ser abordada con ligereza ni ignorada. Jesús vino a deshacer las obras del diablo (1 Juan 3:8) y delegó esa tarea a su cuerpo, la iglesia. Pero es fundamental entender que la verdadera meta no es simplemente expulsar demonios, sino conducir a la persona a una vida de libertad permanente en Cristo.

Gálatas 5:1 exhorta: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”

La liberación debe ser acompañada de discipulado, santificación y comunión. Una iglesia llena del Espíritu, fundamentada en la Palabra y guiada por pastores espiritualmente maduros es una iglesia preparada para enfrentar las tinieblas con autoridad y gracia.

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