Cristo, Nuestra Redención de la Maldición
Texto base – Gálatas 3:13 (Reina-Valera 1960):
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).
Texto original griego:
Χριστὸς ἡμᾶς ἐξηγόρασεν ἐκ τῆς κατάρας τοῦ νόμου, γενόμενος ὑπὲρ ἡμῶν κατάρα—ὅτι γέγραπται· Ἐπικατάρατος πᾶς ὁ κρεμάμενος ἐπὶ ξύλου
Transliteración: Christos hēmas exēgorasen ek tēs kataras tou nomou, genomenos hyper hēmōn katara—hoti gegraptai: Epikataratos pas ho kremamenos epi xylou
Traducción literal: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición, porque está escrito: Maldito todo el que cuelga de un madero
Reflexión
El amor de Dios se manifestó en su máxima expresión cuando Cristo, el Hijo eterno, asumió sobre sí lo que tú y yo merecíamos. La ley, santa y justa, demandaba castigo por el pecado. Esa demanda no era crueldad, sino santidad. El pecado no puede coexistir con la gloria de Dios.
Lo que el hombre no podía cumplir, Dios lo cumplió por medio de su Hijo. Jesús se hizo maldición por nosotros. No porque Él tuviera pecado, pues fue el Cordero sin mancha, sino porque voluntariamente tomó el lugar del culpable.
La palabra griega exēgorasen implica un rescate mediante pago. Cristo nos sacó de la esclavitud de la maldición. Él se convirtió en katara, en maldición, para que nosotros seamos libres. No fue una representación simbólica. Fue un acto real y completo. El precio fue Su propia vida.
Lo hizo colgado en un madero. La palabra griega para madero, xylon, remite no solo a la cruz sino también al árbol del Edén, donde entró la maldición, y al árbol de la vida, que ahora se manifiesta en Cristo. En la cruz, Jesús asumió nuestra maldición para darnos bendición. Se identificó con nuestro pecado y nuestra vergüenza para darnos su justicia y su honra.
La ley condenaba. Cristo canceló esa condenación. La maldición que caía sobre el transgresor fue absorbida por el cuerpo quebrantado del Hijo de Dios. Su muerte no fue una derrota, fue una redención. Él cargó con nuestra maldición, para que ya no vivamos bajo culpa ni acusación.
Hoy podemos mirar la cruz con gratitud. Cristo pagó el precio. Ya no somos esclavos del pecado ni estamos bajo condenación. Hemos sido redimidos. No con oro ni plata, sino con la sangre del Hijo de Dios. Eso le da valor eterno a tu vida. Tú vales la vida del Cordero.
Cuando sientas que no eres digno, recuerda que Cristo ya tomó tu lugar. Cuando la culpa quiera atarte, recuerda que en el madero Él declaró: Consumado es. Tetélestai. Todo está pagado.
Por medio de Él, ya no estás bajo la maldición, sino bajo la gracia. Ya no eres esclavo, sino hijo. Vive con libertad. Ama con libertad. Sirve con gratitud. Y nunca olvides que fuiste redimido por amor.
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