Estudio: La ofrenda y el diezmo en el Nuevo Pacto en Cristo Jesús
En el Antiguo Pacto, el diezmo y la ofrenda eran mandatos específicos para el sostenimiento del templo, los levitas y las necesidades del culto judío. En el Nuevo Pacto, establecido por Cristo, muchas de estas prácticas encuentran cumplimiento, transformación o reinterpretación. Este estudio busca entender el papel del diezmo y la ofrenda bajo la gracia y cómo aplicarlo hoy conforme a la enseñanza del Nuevo Testamento.
Diezmo y ofrenda en el Antiguo Pacto
Fundamento del diezmo
Levítico 27:30: "Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová."
Números 18:21: "Y he aquí, yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio..."
Malaquías 3:10: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto..."
En estos textos se establece que el diezmo era una parte obligatoria de la ley de Moisés, destinada al mantenimiento del sacerdocio levítico y del templo. Según los comentarios de la Biblia Thompson y Plenitud, el diezmo se entiende como una expresión de obediencia, confianza en la provisión divina y compromiso con el culto.
Ofrendas voluntarias
Éxodo 35:5: "Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá…"
Además del diezmo, existían las ofrendas voluntarias, las cuales eran motivadas por gratitud y generosidad. Estas eran especialmente importantes en contextos como la construcción del tabernáculo.
El Nuevo Pacto: una nueva economía espiritual
Cristo y el cumplimiento de la ley
Mateo 5:17: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir."
Jesús no elimina la ley, pero la lleva a su plenitud. En el Nuevo Pacto, el énfasis cambia de una ley escrita a una vida dirigida por el Espíritu.
El diezmo en el Nuevo Testamento
Jesús menciona el diezmo
Mateo 23:23: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe..."
Jesús no condena el acto de diezmar, pero critica su uso cuando se deja de lado lo que realmente importa. El énfasis está en la justicia, misericordia y fe. El acto externo sin transformación interna carece de valor ante Dios.
El dar en la iglesia primitiva
Hechos 2:44-45: "Y todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas… y repartían a cada uno según su necesidad."
Hechos 4:32-35: "…ni decía ninguno ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común…"
La comunidad cristiana primitiva se caracterizaba por una generosidad voluntaria, no regulada por porcentajes. El énfasis era en cubrir las necesidades y sostener a los creyentes.
Principios del dar según Pablo
2 Corintios 9:6-7: "…El que siembra escasamente, también segará escasamente… Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre."
1 Corintios 16:1-2: "…cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado…"
Pablo enseña principios que reemplazan la imposición del diezmo con una generosidad intencional y guiada por el corazón. No hay coerción, sino una actitud voluntaria basada en gratitud.
Comparación entre Antiguo y Nuevo Pacto
Antiguo Pacto:
El diezmo era obligatorio
Porcentaje fijo (10% o más en total)
Enfocado en el templo y los levitas
Motivación: obediencia a la ley
Nuevo Pacto en Cristo:
No hay mandato de diezmo, sino dar voluntario
Según prosperidad y convicción del corazón
Enfocado en la obra del evangelio y ayuda a los necesitados
Motivación: amor, fe, gratitud y dirección del Espíritu
Reflexiones y aplicación práctica
El diezmo no es abolido, pero es transformado. El Nuevo Testamento no impone el diezmo como ley, pero tampoco lo rechaza. Se espera una generosidad mayor guiada por el Espíritu.
La cantidad no es lo más importante. La motivación y la actitud del corazón son fundamentales para Dios. La generosidad es un acto espiritual.
El diezmo puede usarse como punto de partida. Muchos creyentes lo practican como una forma de disciplina personal en su mayordomía, sin verlo como un requisito legal.
El Espíritu Santo guía la generosidad. La generosidad en el Nuevo Pacto es una expresión de una vida dirigida por el Espíritu y conforme a la gracia.
El propósito del dar sigue vigente. El sostener a la iglesia, apoyar a los ministros y cubrir necesidades en la comunidad de fe son responsabilidades del creyente bajo la gracia.
El Nuevo Pacto no elimina el principio del diezmo ni de la ofrenda, sino que transforma su fundamento. Ya no se trata de una imposición legal, sino de un acto de adoración, amor y fe. El creyente da porque ha recibido todo en Cristo. La generosidad no nace de la obligación, sino de la gratitud. Así como Cristo lo entregó todo, también nosotros debemos vivir en entrega generosa, siendo mayordomos fieles de lo que Dios ha puesto en nuestras manos.
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