La fe y el tiempo perfecto de Dios
Basado en Reina-Valera 1960, Biblia Plenitud y Biblia Thompson
Tema central: Confiar en Dios cuando lo que queremos no llega, y entender que su voluntad es buena, agradable y perfecta.
¿Qué es la fe y por qué cuesta vivir por fe?
Hebreos 11:1 dice:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."
Esta definición marca un principio fundamental: fe no es solo creer, sino estar convencido y seguro de aquello que aún no se puede ver ni tocar. En un mundo donde se valora lo tangible, lo demostrable y lo inmediato, se vuelve difícil sostener esta convicción. Pero la fe cristiana es confiar en Dios aun cuando el panorama es incierto.
La Biblia Plenitud aclara que la palabra "certeza" traduce un término griego que puede implicar "fundamento" o "sustancia", lo que indica que la fe le da realidad a lo que esperamos, aunque todavía no lo veamos. Es decir, no es una ilusión vacía, sino la evidencia de una promesa divina en proceso de cumplimiento.
La Biblia Thompson ofrece referencias cruzadas con ejemplos como Abraham, quien "esperó contra esperanza" (Romanos 4:18), creyendo que tendría un hijo aunque su cuerpo estaba como muerto. La fe, entonces, nos llama a desafiar nuestras percepciones naturales y a vivir desde una realidad espiritual más alta.
La fe no elimina la dificultad ni el dolor del proceso. La fe, en cambio, sostiene a la persona en medio de ese proceso. Es confiar en el carácter de Dios cuando el camino se oscurece. Es saber que aunque no veamos resultados inmediatos, Dios no ha dejado de obrar.
La salvación es por fe, no por obras, pero las obras testifican la fe
Efesios 2:8-10 dice:
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Aquí Pablo deja claro que la salvación no se gana, se recibe. Las obras no salvan, pero son el fruto natural de una fe viva. Cuando alguien cree verdaderamente, actúa en consecuencia. Pero muchos creyentes luchan con esta tensión: sienten que si no hacen lo suficiente, Dios no los bendecirá. Esta mentalidad, aunque comprensible desde una perspectiva humana, distorsiona la gracia de Dios.
La Biblia Plenitud enfatiza que "gracia" es el favor inmerecido. No podemos ganar lo que solo puede ser regalado. Y si tratamos de manipular a Dios con nuestras acciones, corremos el riesgo de convertir la fe en un sistema de méritos.
Hay una diferencia entre obedecer a Dios por amor y hacerlo esperando una recompensa inmediata. El verdadero hijo confía en su Padre aun cuando no recibe lo que quiere en el momento. Dios mira el corazón, no solo las acciones externas.
El tiempo de Dios no es el nuestro
Eclesiastés 3:1 dice:
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora."
Isaías 55:8-9 añade:
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos."
Estos versículos nos confrontan con una verdad: Dios no está limitado por nuestra lógica ni por nuestro reloj. Lo que para nosotros es demora, para Él es el tiempo justo. Lo que vemos como un retraso puede ser un acto de protección. El problema no está en que Dios se tarde, sino en que nosotros queremos respuestas rápidas.
La Biblia Thompson vincula Eclesiastés 3 con el salmo 31:15: "En tu mano están mis tiempos". Reconocer esto implica un acto profundo de entrega y humildad.
Ejemplo bíblico:
Jesús y Lázaro (Juan 11). Aparentemente, Jesús llega tarde. Pero el "retraso" fue intencional para mostrar una mayor gloria. Jesús esperó que Lázaro muriera para luego resucitarlo. Esto muestra que Dios no actúa por presión humana, sino por propósito divino.
Dios nunca llega tarde. Llega cuando debe llegar. Su tiempo no solo es correcto, también es perfecto. Parte del crecimiento de la fe es aprender a esperar en paz, sabiendo que el silencio de Dios también comunica fidelidad.
Dios no siempre da lo que queremos, sino lo que necesitamos
Mateo 6:32-33 dice:
"Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."
Este pasaje nos recuerda que Dios conoce nuestras verdaderas necesidades mejor que nosotros. Muchas veces pedimos cosas buenas, pero en momentos equivocados, o con intenciones que no son del todo puras.
La Biblia Plenitud destaca que "buscar el reino" no es simplemente orar o ir a la iglesia, sino alinear la vida entera con la voluntad de Dios. Cuando se establece ese orden, lo demás cae en su lugar.
Pablo oró tres veces para que Dios quitara el "aguijón en la carne" (2 Corintios 12:7-9), pero la respuesta de Dios fue: "Bástate mi gracia". No era lo que Pablo quería, pero sí lo que necesitaba. La debilidad le permitió experimentar el poder de Dios de una forma que la comodidad nunca podría darle.
Dios no responde para satisfacer nuestros impulsos. Él responde para formar nuestro carácter. Muchas veces lo que queremos es alivio inmediato, pero lo que necesitamos es formación espiritual. Y Dios prioriza nuestra madurez eterna sobre nuestro confort momentáneo.
La fe se perfecciona en la espera
Santiago 1:2-4 dice:
"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna."
Este texto es un llamado a ver las pruebas con otros ojos. La fe se fortalece cuando pasa por el fuego de la incertidumbre. Dios usa la espera para purificarnos, para enseñarnos dependencia, para forjarnos como hijos.
La Biblia Thompson vincula esta prueba con la imagen del oro purificado por fuego. La paciencia no es pasividad, es fortaleza bajo presión. Y solo se desarrolla cuando no hay otra opción que esperar.
Reflexión:
En la prueba, Dios no está ausente. Está trabajando en lo profundo. Aunque no lo veas, Él está obrando en ti antes de obrar a tu favor. Cada momento de espera tiene un propósito: prepararte para recibir lo que viene con madurez y gratitud.
La vida por fe no es fácil. No siempre entendemos los tiempos de Dios ni las formas en que actúa. No siempre obtenemos lo que deseamos, y muchas veces las respuestas parecen tardar. Pero la Palabra nos asegura que Dios es fiel, que su tiempo es perfecto y que nunca se equivoca.
Ser consciente de que no se trata solo de nuestras obras, ni de lo que queremos, sino de aprender a confiar y esperar en su perfecta voluntad, nos lleva a una vida más profunda, más madura, más libre.
Dios siempre llega a tiempo. No cuando queremos, pero sí cuando más lo necesitamos.
Publicar un comentario