La Ley de Lamec y el Perdón en las Palabras de Cristo


La Ley de Lamec y el Perdón en las Palabras de Cristo

En el libro del Génesis encontramos una extraña declaración de Lamec, descendiente de Caín. Dice así:

“Varón maté por mi herida, y a un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será.”
Génesis 4:23-24 (Reina Valera 1960)

Esta expresión, oscura y violenta, es un canto de venganza que multiplica la retribución. Lamec, en su orgullo, se exalta como alguien más temible que Caín, proclamando una justicia basada en la represalia sin medida. El texto hebreo original en la Torá dice:

Hebreo – Génesis 4:23-24 (Torá):

Texto hebreo:

כִּי־אִישׁ הָרַגְתִּי לְפִצְעִי וְיֶלֶד לְחַבֻּרָתִי׃
כִּי שִׁבְעָתַיִם יֻקַּם־קַיִן וְלָמֶךְ שִׁבְעִים וְשִׁבְעָה׃

Transliteración:

Ki ish haragti lefitz‘i
veyeled lechaburati.
Ki shiv‘atayim yuqqam Qayin,
velamekh shiv‘im veshiv‘ah.

Este pasaje revela cómo, en los comienzos de la humanidad, el corazón del hombre se inclinaba hacia la violencia y la venganza multiplicada. Lamec no hablaba de perdón, sino de castigo incrementado. Era la cultura de la represalia.

Siglos después, Jesús revierte esta lógica. Cuando Pedro le pregunta:

“Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”
Mateo 18:21-22 (Reina Valera 1960)

En el griego original del Nuevo Testamento, el texto dice:

Mateo 18:22 (Nuevo Testamento):

Texto griego:

λέγει αὐτῷ ὁ Ἰησοῦς· οὐ λέγω σοι ἕως ἑπτάκις, ἀλλ’ ἕως ἑβδομηκοντάκις ἑπτά.

Transliteración:

Legei autō ho Iēsous:
ou legō soi heōs heptakis,
all’ heōs hebdomēkontakis hepta.

Jesús toma la fórmula de Lamec y la transforma. Donde Lamec dijo “setenta veces siete” para justificar venganza desmedida, Cristo dice “setenta veces siete” para establecer una gracia ilimitada. No es coincidencia. Jesús está rescatando aquel símbolo de maldición para redimirlo como un símbolo de amor.

La enseñanza es clara: el perdón no debe tener límites. Jesús no establece un número literal, sino una actitud perpetua. Perdonar “setenta veces siete” es aprender a amar como Dios ama. Es dejar atrás la ley del talión, que se basaba en justicia retributiva, y abrazar la ley de la cruz, que se basa en misericordia.

Mientras Lamec se gloría en su poder para vengarse, Cristo se gloría en su poder para perdonar. Donde el corazón humano dice “yo cobraré”, el corazón de Dios dice “yo perdonaré”.

Esta diferencia revela el Reino de Dios. Jesús nos invita a ser hijos de nuestro Padre que está en los cielos, quien hace salir el sol sobre justos e injustos. Él nos enseña a perdonar no por debilidad, sino por fortaleza espiritual. El perdón no es olvido, sino decisión de amar por encima del dolor. Es una renuncia al derecho de castigar para abrazar la libertad del amor.

Volver a la palabra de Jesús es alejarnos de la voz de Lamec. Es salir del círculo vicioso del resentimiento, y entrar en el círculo virtuoso de la gracia. Porque quien ha sido perdonado, aprende a perdonar. Y quien perdona, se hace más parecido a Cristo.

Perdonar setenta veces siete no es humano, es divino. Por eso necesitamos que Él nos enseñe, nos transforme y nos capacite. Solo en Él podemos romper la cadena de violencia que empezó con Caín y Lamec, y abrazar la nueva humanidad que comienza con Jesús, el Hijo del Hombre.

Así se cumple lo que dice la Escritura:

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Efesios 4:32 (Reina Valera 1960)

El perdón no es una carga, es una bendición. Es la libertad del alma. Es la victoria del amor sobre el juicio. En Cristo, ya no vivimos por la ley de Lamec, sino por la ley del Espíritu de vida. Y eso lo cambia todo.

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