Volver a lo Esencial — No os Afanéis, presenta todo delante del padre


Volver a lo Esencial — No os Afanéis

Basado en Filipenses 4:6 | Reina-Valera 1960 | Biblia Plenitud | Biblia Thompson

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”
Filipenses 4:6 – RVR1960

Vivimos atrapados en un mundo que no se detiene. Un sistema que mide el valor por el logro, por el avance, por la productividad. Incluso en el ámbito espiritual, en el ministerio, en la vida cristiana activa, este patrón se cuela sin darnos cuenta. Queremos servir mejor, alcanzar más, lograr metas que nos hemos fijado —a veces nobles, a veces legítimamente inspiradas por el deseo de honrar a Dios— pero lo que comienza como una buena intención puede convertirse en una trampa.

Nos afanamos. Y ese afán se disfraza de servicio, de entrega, de excelencia. Pero el corazón se va secando. Sin notarlo, en el camino de “hacer más para Dios”, dejamos de estar con Él. De tan ocupados que estamos… dejamos de orar, dejamos de leer la Palabra, dejamos de buscar Su rostro. Y lo más doloroso: Cristo queda en segundo plano.

El afán es un enemigo disfrazado

La palabra “afán” en el griego bíblico (merimnáō) tiene un sentido de distracción, de una mente dividida. El comentario de la Biblia Plenitud sobre Filipenses 4:6 lo presenta como un estado del alma que interfiere con la paz interior, causado por una preocupación desmedida. Este afán roba la quietud del corazón, la serenidad del espíritu, y nos sumerge en un activismo que aparenta piedad pero nos seca por dentro.

No estamos hablando del afán mundano solamente. Hablamos del afán que lleva a muchos creyentes —líderes, ministros, servidores— a perder su conexión con Dios en nombre de Dios mismo. Hacemos, predicamos, organizamos, componemos, producimos… pero ya no lloramos en Su presencia. Ya no escuchamos Su voz. Hemos cambiado la habitación secreta por la plataforma. La intimidad por la eficiencia.

Y el alma, lentamente, se endurece.

La Biblia Thompson conecta esta exhortación con Mateo 6:25-34, donde Jesús dice:
“No os afanéis por vuestra vida…”
Y culmina con:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33)

Aquí el orden importa: primero Dios, después todo lo demás. Pero nosotros lo invertimos. Buscamos las “cosas”, aunque sean cosas del Reino, y dejamos a un lado al Rey.

Señales de que el afán ha tomado el control

Hay momentos en que el Espíritu Santo nos da un alto. Una pausa sagrada para mirar hacia dentro. Tal vez este sea ese momento para ti. Pregúntate:

¿Hace cuánto que no paso tiempo en oración profunda, sin prisas?

¿Hace cuánto que no me quebranta la Palabra de Dios?

¿Sirvo más de lo que adoro?

¿Estoy más preocupado por hacer algo excelente que por estar cerca del Excelso?

¿Siento que ya no escucho a Dios como antes?

¿Mi alma está cansada, pero no lo admito?

Si alguna de estas preguntas te confronta, entonces es tiempo de volver. No te condenes. No te tapes con excusas. Escucha la voz del Padre que te llama con ternura: "Vuelve. Yo estoy aquí."

El enfriamiento espiritual es una enfermedad silenciosa

La Escritura advierte sobre el enfriamiento del amor en los tiempos finales (Mateo 24:12). Pero ese enfriamiento muchas veces comienza por cosas buenas mal enfocadas. Cuando lo urgente desplaza lo eterno, cuando el hacer reemplaza el ser, el corazón se cauteriza (1 Timoteo 4:2). Se vuelve insensible. Y lo que antes nos conmovía, ya no nos toca.

Este alejamiento no es inmediato. Es progresivo. No es escandaloso. Es sutil. Y por eso es peligroso.

Como lo expresa Apocalipsis 2:4-5 (RVR1960):
“Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras.”

Volver a la luz el llamado a la restauración

Volver no es empezar de cero. Es regresar al centro. Es retomar la comunión con el Amado. Es reconocer, con humildad, que nos desviamos aunque no lo notamos. Y es pedirle a Dios que nos vuelva a encender por dentro.

La Biblia Plenitud insiste: “El remedio al afán es la oración constante y la acción de gracias.” No es simplemente dejar de hacer cosas. Es volver a estar con Dios. Volver a Su presencia. Volver a leer la Biblia no por compromiso, sino por hambre. Volver a doblar rodillas no por rutina, sino por necesidad. Volver a llorar ante Su gloria. Volver a amar Su voz.

Oración 

Señor…
Me detengo hoy.
Reconozco que me he afanado.
Que he estado ocupado en muchas cosas… pero me he olvidado de Ti.
He hecho mucho, pero me he apartado del fuego del primer amor.
Vuelvo a Ti, Jesús.
Perdóname por anteponer lo externo a lo eterno.
Perdóname por haber buscado la excelencia y no Tu presencia.
Aviva mi corazón.
Dame hambre por Tu Palabra.
Sed por Tu Espíritu.
Y que lo que haga, lo haga desde la intimidad, no desde el esfuerzo.
Hoy me rindo otra vez.
Llévame de vuelta a Ti.
Amén.

 
Querido hermano, no estás solo. Muchos han pasado por este valle de enfriamiento. Pero Dios no te ha abandonado. Su amor no depende de tu rendimiento. Él sigue esperando en el lugar secreto. Hoy, escucha Su voz. Hoy, haz un alto. Hoy… vuelve a la luz.

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