Como resolver el problema de la estructura eclesiastica moderna, en la iglesia que dice, pero no tiene a Cristo.


CÓMO RESOLVER EL PROBLEMA DE LA ESTRUCTURA ECLESIÁSTICA MODERNA EN LA IGLESIA DE CRISTO

(Con análisis del origen de la iglesia evangélica, su desviación doctrinal, y cómo retornar al modelo bíblico según Cristo)

EL PROBLEMA DE LA ESTRUCTURA ECLESIÁSTICA MODERNA

Estructura piramidal no bíblica

La iglesia moderna ha adoptado una jerarquía estructural que imita sistemas seculares o religiosos, como el judaísmo levítico o el clero católico. Un hombre ocupa el lugar central como “pastor principal”, “apóstol” o “profeta”, mientras los demás miembros actúan como oyentes pasivos. Esto no proviene del Nuevo Testamento ni del modelo de Cristo.

Clericalismo y profesionalización del ministerio

El Nuevo Testamento no enseña la división entre clero y laicos. Todos los creyentes eran llamados hermanos, sacerdotes, piedras vivas. El liderazgo no era profesional ni económico, sino por madurez espiritual y testimonio comprobado.

NACIMIENTO Y ESTRUCTURA DE LA IGLESIA EVANGÉLICA MODERNA

Origen histórico

La iglesia evangélica nace tras la Reforma como reacción al catolicismo. Aunque se corrigieron errores doctrinales, se heredaron muchas prácticas estructurales. A lo largo de los siglos, se consolidaron denominaciones, sistemas organizados, jerarquías, manuales de gobierno y modelos administrativos que no se encuentran en el evangelio de Cristo.

La institucionalización del templo como centro del culto

Se malinterpretó el concepto de iglesia como un lugar físico. Se tomaron textos como Mateo 18:20 (“donde están dos o tres reunidos en mi nombre…”) y se distorsionaron para justificar la construcción de templos organizados como única forma válida de culto. Se estableció la idea de que Dios “habita” en el templo, como en el Antiguo Testamento. Sin embargo, esto contradice lo que Cristo y los apóstoles enseñaron.

LO QUE CRISTO ENSEÑÓ SOBRE LA IGLESIA

¿Qué es la iglesia?

Cristo nunca mandó construir templos. Él dijo:

“Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).

Y también:

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).

La iglesia es el conjunto de personas redimidas, no una edificación ni una denominación. Cada creyente es templo del Espíritu Santo. La comunión entre hermanos es la asamblea. El culto es la vida diaria en obediencia, no sólo una reunión semanal.

La iglesia como cuerpo

Cristo es la cabeza, y los creyentes son los miembros. No hay jerarquía carnal. El liderazgo es servicio, no dominio. Cada uno tiene un don y una función. El propósito de la iglesia no es reunirse a escuchar a un líder, sino vivir como cuerpo vivo, sirviendo, edificándose, exhortándose y amándose en verdad.

EL ERROR DE LAS DENOMINACIONES Y LA DIVISIÓN

Miles de iglesias, un solo evangelio

Actualmente hay miles de iglesias evangélicas, cada una con nombre distinto, doctrina distinta, gobierno distinto. Todas dicen tener la verdad. Pero ninguna se pone de acuerdo con las otras. Se predica la unidad, pero se vive en fragmentación. Este no es el modelo de Cristo.

División doctrinal y orgullo denominacional

La existencia de tantas denominaciones es evidencia de que la iglesia ha sido dividida por el hombre. Se siguen nombres de hombres, corrientes teológicas, costumbres humanas y estructuras terrenales. Pablo ya había advertido de esto:

“Cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo, y yo de Apolos, y yo de Cefas, y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?” (1 Corintios 1:12-13)

El modelo bíblico es uno solo: Cristo como cabeza, el cuerpo como iglesia, sin nombres humanos, sin partidos, sin competencia, sin orgullo.

LA MEZCLA CON LA LEY Y EL LEGALISMO EVANGÉLICO

Contradicciones doctrinales

Muchas iglesias proclaman tener la “sana doctrina”, pero agregan costumbres judías del Antiguo Pacto: celebran fiestas hebreas, usan símbolos levíticos, enseñan el diezmo como ley, e imitan estructuras del templo de Jerusalén. Dicen estar bajo la gracia, pero se sujetan a la ley. Enseñan libertad en Cristo, pero viven bajo condenación.

El diezmo como mandato obligatorio

A pesar de que el diezmo fue parte del sistema levítico bajo la ley de Moisés, muchas iglesias lo enseñan como si fuera obligatorio bajo el nuevo pacto. Se predica con textos descontextualizados como Malaquías 3:10, ignorando que Cristo ya cumplió la ley. La verdadera enseñanza del Nuevo Testamento es dar voluntariamente, no por imposición (2 Corintios 9:7). Imponer el diezmo es volver a la maldición de la ley.

“Todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición” (Gálatas 3:10)

UN CRISTO PARCIAL Y UN MENSAJE REDUCIDO

Lo que se predica y lo que se omite

En muchas iglesias se predica a Cristo, pero parcialmente. Se predican sus milagros, sus promesas y su amor. Pero se omiten sus exigencias: negarse a uno mismo, tomar la cruz, obedecer sus mandamientos, vivir en santidad, hacer discípulos. No se enseña la vida cristiana real, sino un cristianismo de templo y actividades.

Enfoque equivocado del culto

Se enseña que el creyente debe:

Asistir fielmente a la iglesia.

Diezmar y ofrendar.

Orar por los pastores.

Someterse a la autoridad eclesiástica.

Pero no se habla del deber individual de cada creyente: buscar a Dios en lo secreto, vivir en santidad, enseñar a otros, exhortar, servir, sufrir por causa del evangelio, caminar en el Espíritu. El cristianismo no es asistir al templo, es vivir a Cristo cada día.

CÓMO SALIR DEL SISTEMA Y VOLVER AL MODELO DE CRISTO

Examinarnos a la luz del evangelio

Todo creyente debe confrontar su práctica con la enseñanza de Cristo y los apóstoles. Si la estructura, el liderazgo, la enseñanza y el culto no se alinean con el Nuevo Testamento, debe ser reformado o abandonado.

Dejar el sistema religioso humano

El cristianismo no es una religión de templos y estructuras, sino una vida transformada por el Espíritu. No necesitamos templos para adorar, sino obediencia diaria. La iglesia no es un evento, es un cuerpo viviente.

Vivir como cuerpo, no como audiencia

Cada creyente debe ejercer sus dones. La iglesia debe ser orgánica, real, sin jerarquías artificiales. Las reuniones deben edificarse en la Palabra, en la oración, en la comunión, no en programas ni espectáculos.

La iglesia moderna ha desviado el enfoque del evangelio. Se construyó una estructura humana, jerárquica, dependiente del templo y del dinero. Se habla de Cristo, pero no se enseña todo su mensaje. Se promueve un culto superficial, centrado en el líder, en el edificio y en el diezmo.

Cristo no enseñó eso. Cristo edificó un cuerpo vivo, no un sistema. Cristo llamó a discípulos, no a miembros. Cristo es la cabeza, no un hombre. La iglesia es el pueblo, no el edificio. Es tiempo de volver a Él, de abandonar el modelo del hombre, y de vivir en el poder del Espíritu y en la verdad del evangelio completo.

¿QUÉ HACEMOS CON “NO DEJANDO DE CONGREGARNOS…”?

El texto en cuestión

“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:25)

Este verso ha sido usado sistemáticamente por muchas iglesias para enseñar que todo creyente debe asistir obligatoriamente a un templo institucional. Se cita como mandato para asistir a cultos dominicales, servicios de entre semana, o actividades de la organización. Pero, ¿qué dice realmente el texto?

Contexto y significado original

El libro de Hebreos fue escrito a creyentes judíos convertidos al cristianismo que estaban siendo perseguidos y tentados a volver al judaísmo. El contexto de Hebreos 10 trata sobre la perseverancia en la fe en Cristo, el nuevo y vivo camino abierto por su sangre, y la necesidad de permanecer firmes.

Cuando el autor menciona “congregarnos”, no está hablando de un templo, ni de un edificio, ni de una reunión litúrgica. La palabra usada es ἐπισυναγωγή (episynagōgē), que significa reunión, asamblea, encuentro del cuerpo, no templo religioso. Se refiere a no abandonar la comunión de los hermanos, el cuerpo, la unidad, el mutuo cuidado, la exhortación diaria. Se refiere a seguir siendo parte del cuerpo de Cristo activo, especialmente en medio de persecución o desánimo.

Cómo se tergiversa este texto

Hoy se usa Hebreos 10:25 para presionar a los creyentes a asistir fielmente al templo o institución, muchas veces incluso si el sistema está corrupto o no enseña toda la verdad. Se enseña que el que no asiste al templo “está en desobediencia”, cuando el texto en realidad exhorta a no abandonar la comunión fraternal ni el cuerpo de creyentes, no a asistir a una estructura dominical obligatoria.

Este texto no autoriza el sistema actual de templos como único lugar de adoración, ni valida estructuras humanas, ni convierte a los cultos dominicales en requisito espiritual. El llamado es a no vivir una fe aislada, sino a edificarse unos a otros, exhortarse, amarse, compartir, animarse mutuamente en Cristo. Eso puede ocurrir en una casa, en un parque, en un grupo pequeño, o incluso en medio de persecución, como en la iglesia primitiva.

Silencio impuesto y aceptación generalizada

A pesar de que muchas de estas prácticas no tienen fundamento bíblico en la enseñanza de Cristo ni en el modelo apostólico original, son ampliamente aceptadas y defendidas por la mayoría de los miembros de las iglesias. La estructura eclesiástica moderna, con sus jerarquías, templos, reglas humanas y doctrinas mezcladas con ley y gracia, no solo es tolerada sino justificada por los mismos creyentes, quienes, en su mayoría, no tienen libertad de cuestionar lo que se les enseña.

En muchos casos, si alguien plantea dudas, hace preguntas bíblicas o exhorta con base en la Palabra sobre el modelo verdadero de Cristo, es acusado de rebeldía, falta de sujeción, o se le aísla. No se promueve la corrección, la revisión doctrinal ni el escudriñar profundo de la Escritura, sino la repetición del sistema. Esto ha hecho que la tradición y la costumbre se impongan por encima de la revelación del evangelio puro.

Así, la estructura permanece, aunque sea contraria al ejemplo de Cristo. Se habla de Cristo, pero no se enseña todo su mensaje, se llama a la gente a “venir a la iglesia”, pero no se les enseña a ser iglesia. Se predican ofrendas y diezmos, pero no el llamado al arrepentimiento, al servicio mutuo, a la vida en santidad, a la responsabilidad individual del creyente como parte del cuerpo. Y todo esto continúa porque quienes podrían hablar, no son escuchados, y quienes escuchan, no se atreven a hablar.

MIENTRAS TANTO, EL MUNDO SE PIERDE… Y LA IGLESIA SIN CRISTO SIGUE CONSTRUYÉNDOSE

Mientras se edifican más templos, más estructuras religiosas, más redes de iglesias, más ministerios humanos y organizaciones eclesiásticas, el mensaje verdadero de Cristo se pierde entre sistemas, doctrinas humanas y ambiciones de poder.

La pobreza continúa, la idolatría crece, las falsas religiones avanzan, la codicia se multiplica, la envidia domina los corazones, la maldad es celebrada, la prostitución es normalizada, el homosexualismo es promovido como identidad, y la injusticia gobierna sobre las naciones.

Todo lo que Cristo enseñó, todo lo que predicó, todo lo que denunció y vino a destruir, sigue reinando. Porque se ha abandonado su mensaje. Se ha callado su voz. Se ha cambiado su Evangelio por uno más cómodo, más aceptable, más comercial.

Y mientras tanto, el hombre sigue construyendo iglesias sin Cristo. Templos con luces, escenarios, protocolos, membresías, eventos y doctrinas… pero sin presencia, sin verdad, sin arrepentimiento, sin el fuego del Espíritu, sin obediencia real al Evangelio.

El sistema religioso avanza, pero la vida de Cristo no se manifiesta. Se habla de Jesús, pero no se vive como Él. Se canta sobre Él, pero no se le sigue. Se levantan altares, pero no se predica la cruz. Se predican promesas, pero no se vive santidad.

Y así, el mundo sigue perdido… no por falta de iglesias, sino por falta del Evangelio verdadero en ellas.

Se ha malinterpretado todo. Se ha sacado la Palabra de contexto para justificar estructuras humanas. Se han levantado “iglesias” donde Cristo no es cabeza, sino una figura simbólica usada para atraer gente, controlar masas y justificar sistemas de poder espiritual y económico. Se enseña un "cristianismo" cómodo, ritualista, emocional, pero sin compromiso real con la verdad, la santidad y el Reino de Dios.

Y así, los que se congregan ya no piensan por sí mismos.

No escudriñan la Escritura.No buscan la verdad con libertad.No preguntan.No disciernen.No confrontan el error.

Solo repiten lo que se les dice.

Se han convertido en ovejas ciegas, sin discernimiento, guiadas por hombres, no por el Espíritu, que caminan confiadas por caminos equivocados, rumbo al matadero espiritual. Creen que obedecen a Dios, cuando en realidad obedecen tradiciones humanas. Se les ha enseñado a no cuestionar, a no pensar, a no examinar. Se les dice que dudar es rebelión, que preguntar es orgullo, que discernir es división.

Y mientras tanto, el mundo sigue en tinieblas.

ADVERTENCIA A LOS LÍDERES Y A LAS IGLESIAS MODERNAS

"Yo conozco tus obras, y tu estructura, y tu doctrina. Conozco lo que has edificado y lo que enseñas en mi nombre. Mas te digo: muchas cosas que tú llamas santas, no las he ordenado Yo. Muchos de tus altares no son míos, y muchas de tus doctrinas no proceden de mi Palabra, sino del corazón del hombre."

Yo no edifiqué templos, edifiqué personas. No levanté jerarquías, sino siervos. No enseñé a exigir diezmos, sino a dar con libertad. No formé denominaciones, formé un cuerpo. No llamé a la gente a seguir hombres, sino a seguirme a Mí.

Has sustituido el poder del Espíritu por la fuerza del sistema. Has predicado prosperidad y no arrepentimiento. Has establecido estructuras humanas sobre los cimientos que Yo mismo destruí. Has hablado de mi nombre, pero no de mi verdad completa. Has ocultado mi enseñanza bajo rituales, eventos y repeticiones vacías.

Y no sólo lo haces tú, sino que enseñas a otros a hacer lo mismo. Enseñas a obedecer estructuras y no a obedecer mi voz. Enseñas a servir templos, pero no a ser templo. Enseñas a honrar hombres, pero no a amar la verdad.

Por tanto, Yo te digo:
Arrepiéntete. Vuelve al modelo que te dejé. Escudriña mi Palabra y deja tu tradición. Humíllate y abandona lo que Yo no ordené. Deshaz lo que has construido fuera de mi voluntad. Despierta a los que duermen, antes de que sea tarde.

Porque vendrá el día, y ya está cerca, cuando probaré las obras de todos. Y lo que no haya sido edificado sobre mí, será derribado. Y lo que no haya sido hecho en mi nombre verdadero, será desechado. Porque no todo el que dice "Señor, Señor" entrará en mi Reino, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

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